La Havanera conoció al Blues en el Mar
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Lo primero es darle al 'play'
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La Habanera era mulata, y vestía de blanco. La Habanera se iba a la cama tarde. Siempre de noche. Nunca en su vida había visto amanecer. Un día la Habanera llegó pronto a casa. Y sin darse cuenta, al despertarse, todavía estaba oscuro. Al salir a la calle, vió que una raya de luz se abría paso en el horizonte. Era tal la belleza de lo que veía que sin dudarlo un momento se metió en el mar. Vestida de blanco. Buscaba la luz, el amanecer, intentaba coger los brillos del sol en el agua. Como veía que no podía, se quitó su vestido blanco y quedó desnuda. El mar se metió en su cuerpo. La sal se pegó a su piel. Y de repente tuvo ganas de bailar.
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'play'
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La Habanera salió del agua bailando. El sol reflejaba la sal pegada a su cuerpo. Ella no lo sabía todavía, pero el Blues se le había metido dentro. Se había incorporado a su sangre. Las notas que salían del movimiento de su cuerpo ya no eran las mismas. Ahora sonaban más calientes. Ahora estaban pegadas. A partir de ese momento la Habanera no volvió a acostarse tarde. Se despertaba temprano y se iba al mar, a buscar los brillos del sol, encontrando al blues entre la espuma de las olas que cada vez se le metía más dentro de su cuerpo, dando paso a otras cosas. Más calientes.
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'play'
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Cada vez que salía del agua, se movía más rápido. De hecho no podía evitar bailar. El Blues había transformado su música. Tanto, que esa noche se quedó hasta el amanecer bailando. Cuando quiso ir al mar, el Blues se había ido de ahí. Pero seguía dentro de la Habanera. El Blues se cansó de esperar, y se fue, aunque también había cambiado. Algo suave, que le mecía, y le hacía ser diferente le empujaba a improvisar.
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Por eso cuando Dizzy Gillespie se encontró con Chano Pozo, sintió un escalofrío. Y Chano Pozo sintió que su sangre se calentaba aún más. Todavía hoy muchos lo sienten y no saben porque es. Es el mar, que se quedó con un trocito de piel de la Habanera, y otro trocito del Blues. Es el mar que lleva el bioritmo de la música en la espuma de las olas, de los músicos, y de los que te quieren coger por la cintura para no soltarte nunca, para bailar con los cuerpos muy juntos.
Ya hablaremos
Lo primero es darle al 'play'
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La Habanera era mulata, y vestía de blanco. La Habanera se iba a la cama tarde. Siempre de noche. Nunca en su vida había visto amanecer. Un día la Habanera llegó pronto a casa. Y sin darse cuenta, al despertarse, todavía estaba oscuro. Al salir a la calle, vió que una raya de luz se abría paso en el horizonte. Era tal la belleza de lo que veía que sin dudarlo un momento se metió en el mar. Vestida de blanco. Buscaba la luz, el amanecer, intentaba coger los brillos del sol en el agua. Como veía que no podía, se quitó su vestido blanco y quedó desnuda. El mar se metió en su cuerpo. La sal se pegó a su piel. Y de repente tuvo ganas de bailar.
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'play'
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La Habanera salió del agua bailando. El sol reflejaba la sal pegada a su cuerpo. Ella no lo sabía todavía, pero el Blues se le había metido dentro. Se había incorporado a su sangre. Las notas que salían del movimiento de su cuerpo ya no eran las mismas. Ahora sonaban más calientes. Ahora estaban pegadas. A partir de ese momento la Habanera no volvió a acostarse tarde. Se despertaba temprano y se iba al mar, a buscar los brillos del sol, encontrando al blues entre la espuma de las olas que cada vez se le metía más dentro de su cuerpo, dando paso a otras cosas. Más calientes.
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'play'
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Cada vez que salía del agua, se movía más rápido. De hecho no podía evitar bailar. El Blues había transformado su música. Tanto, que esa noche se quedó hasta el amanecer bailando. Cuando quiso ir al mar, el Blues se había ido de ahí. Pero seguía dentro de la Habanera. El Blues se cansó de esperar, y se fue, aunque también había cambiado. Algo suave, que le mecía, y le hacía ser diferente le empujaba a improvisar.
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Por eso cuando Dizzy Gillespie se encontró con Chano Pozo, sintió un escalofrío. Y Chano Pozo sintió que su sangre se calentaba aún más. Todavía hoy muchos lo sienten y no saben porque es. Es el mar, que se quedó con un trocito de piel de la Habanera, y otro trocito del Blues. Es el mar que lleva el bioritmo de la música en la espuma de las olas, de los músicos, y de los que te quieren coger por la cintura para no soltarte nunca, para bailar con los cuerpos muy juntos.
Ya hablaremos
5 Comments:
Fantástico, este post multimedia.
¿La historia es original tuya, o está extraída de algún cuento o libro de cuentos?
Felicidades, en cualquier caso...
Gracias por el relato. Desde luego, cuando te pones, te pones.
Besos
Pues el relato, si es que a ese grupo de palabras se le puede llamar así, se me ha ocurrido esta mañana viniendo a currar en mi furgo. Y sí, cuando me pongo, la verdad es que no veo el límite... ;-)
Gracias.
Precisamente ayer estaba escuchando a Compay Segundo mientras miraba el Mar y pensaba cómo coño se llegó a esa clase de música.Y vas tú y escribes esta historia buena,buena..
Voy a darme un baño a ver si me pasa lo mismo que a la Habanera y vuelvo empapadita de blues a Madrid.
Un besazo
Hola muy buen blog, te dejo aquí un linkque quizás te pueda interesar.
http://undiscoaldia.blogspot.com/search/label/Blues
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