Alucinado
Así es como me quede ayer. Alucinado.
Ayer por fin, después de hacer múltiples pedidos, me llegó el último disco de John "Papa" Gros.
Me encanta la Papa Grows Funk. Me parece que es la banda de funk más alucinante que he conocido nunca. Mis respetos por supuesto a los Meters. El alma de esa banda es por supuesto este pianista: John "Papa" Gros.
Pero me he quedado alucinado, porque esperando más de lo mismo - bienvenido sea -, es decir, más funk. Que equivocado estaba.
El disco se llama Day's End. Y es un disco de country-rock. Y es una maravilla.
Son un puñado de canciones en las que está clarísimo la influencia de la ciudad en la que vive, y por tanto el rag-time está presente. Los pianos, lejos de sonar a Western Saloon (así es como yo definiría los pianos de Billy Powell), suenan a jazz antiguo, a burlesque.
No hay ningún guiño al funk. Ninguno.
Y hay canciones que fácilmente pueden ser escuchadas en uno de esos Honky-Tonk Bars de carretera llenos de rednecks. Pero hay una clara diferencia con las estrellas del country. Digamos que hay temas que están más cerca de Dwight Yoakam que de Garth Brooks, si sabeis a que me refiero.
Incluso hay temas que suenan muchísimo a Gram Parsons.
Hay incluso Pedal Steel en algún tema, y otros con mandolinas.
El disco es una pasada de bueno, es una de esas joyas que no está, ni creo que lo esté nunca editado en España, y que ni siquiera Amazon lo tiene en su base de datos. Para pillarlo os teneis que ir a Louisiana Music Factory.
Ya hablaremos.
Ayer por fin, después de hacer múltiples pedidos, me llegó el último disco de John "Papa" Gros.
Me encanta la Papa Grows Funk. Me parece que es la banda de funk más alucinante que he conocido nunca. Mis respetos por supuesto a los Meters. El alma de esa banda es por supuesto este pianista: John "Papa" Gros.
Pero me he quedado alucinado, porque esperando más de lo mismo - bienvenido sea -, es decir, más funk. Que equivocado estaba.
El disco se llama Day's End. Y es un disco de country-rock. Y es una maravilla.
Son un puñado de canciones en las que está clarísimo la influencia de la ciudad en la que vive, y por tanto el rag-time está presente. Los pianos, lejos de sonar a Western Saloon (así es como yo definiría los pianos de Billy Powell), suenan a jazz antiguo, a burlesque.
No hay ningún guiño al funk. Ninguno.
Y hay canciones que fácilmente pueden ser escuchadas en uno de esos Honky-Tonk Bars de carretera llenos de rednecks. Pero hay una clara diferencia con las estrellas del country. Digamos que hay temas que están más cerca de Dwight Yoakam que de Garth Brooks, si sabeis a que me refiero.
Incluso hay temas que suenan muchísimo a Gram Parsons.
Hay incluso Pedal Steel en algún tema, y otros con mandolinas.
El disco es una pasada de bueno, es una de esas joyas que no está, ni creo que lo esté nunca editado en España, y que ni siquiera Amazon lo tiene en su base de datos. Para pillarlo os teneis que ir a Louisiana Music Factory.
Ya hablaremos.
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